sábado, 15 de septiembre de 2018


Segunda nota VERDE: Sobre Antígona, de Ann Liv Young



Mi primera visita al teatro, como espectador, fue anunciada por Samuel. La ocasión sería en el Gessnerallee Zürich para ver el estreno de Antígona, por Ann Liv Young. El programa de manos advierte que la obra se enfoca en la relación de Antígona y Hemón. Sin embargo estamos ante una galería de personajes y objetos desconocidos, ajenos. ¿Qué es esta obra? La habitación de unos niños es una de las primeras asociaciones posibles. Sin embargo los objetos en el espacio advierten un caos en el sentido filosófico del término. Digamos que es un caos que advierte la futura creación de un cosmos.

¿Qué pasa aquí? La pregunta persiste quizás los primeros diez minutos, al cabo hay una respuesta aún enigmática ¡Aquí pasa algo! Me decanto entonces por el universo femenino. Así se inicia un camino que es el sendero de Antígona. Ella misma nos va mostrando sus huellas. El escenario es una caja de papel color madera clara llena de muñecas Barbie y objetos infantiles donde los personajes que son mayores actúan como niños. Los cuerpos mostrando y ocultando su sexualidad. La música rota por las voces en vivo llenas de jadeos y vejaciones. Los objetos sucios y rotos que intentan ser nuevos y coloridos. Todo muestra una memoria manchada y la revelación de una niñez sucia e infinitamente insuperable. Las huellas de ese tiempo quedan grabadas porque se hacen sobre cemento aun blando, y están ahí perennes. Es necesario convivir con ellas.

Ann Live Young une los recursos vivos y palpitantes del teatro. La posibilidad de la experiencia real y física de todos en el mismo espacio para mostrar relaciones abstractas. Le interesa, porque lo ha dicho, el arte abstracto. Y entonces desdibuja la apariencia para ir más allá. Estremece porque toca profundo. Juega con la sinestesia de tal modo que aun cuando el intelecto se resiste algo te mantiene conectado con la obra. Cuando han pasado quizás veinte minutos ya no es necesario preguntarse en un sentido dialógico ¿Qué pasa? El juego sobre la escena ha llegado a un punto donde pasan varias cosas porque recorremos el camino antes mencionado donde conviven todas las huellas superpuestas. Los actores se golpean, un perro real que hay en escena se pierde entre los objetos buscando la comida que le lanza su dueña, todo está sucio, desmaquillado, lanzado de un lado a otro y vivo para los que hemos sido testigos de cómo se ha fraguado este espacio. La obra ha llegado a un punto inimaginable en su inicio, lo posible y mimético casi ha desaparecido para dar paso a lo que parece más oculto, lo esencial. Joan Miró hubiera adorado esta puesta en escena.

El cosmos en efecto ha sido creado. Un conjunto de explosiones cromáticas por cualquier lugar que una vez terminada la obra alcanzan para los presentes un sentido ineludible.

PD: Una vez terminada la obra los actores abren una conversación con el público. Este feedback parece parte de la puesta. Explican algunas cosas pero termina diluyéndose en una serie de emociones que llegan a un diálogo de palabras. Dos actrices traen una mesa repleta de objetos coloridos en venta. Y el momento de lo que aún tenía aires de performance se mezcla de manera abrupta con la realidad.

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