EMILY




Actúa : Lissette de León
Texto: Ricardo Sarmiento
 
Dirección: Charles Wrapner



emily se estrenó el 5 de marzo de 2015 en la sede de Teatro Drippy, a las 9:00pm.


 

© Javier Hidalgo


             Banda sonora:


Award Montage - Philip Glass

Casta Diva - (Norma, ópera) Vicenzo Bellini


Tarantela - (Pulcinella, ballet) I. Stravinsky


Dies irae - (Requiem) W. A. Mozart


Laschia chi'o pianga - (Rinaldo, ópera) Händel


Lacrimosa - (Requiem) W. A. Mozart


Sonata para piano No. 8 en do menor, op. 13 (Patética) - Ludwig van Beethoven





Palabras para el estreno



©  Javier Hidalgo




Cuatro señalamientos antes de comenzar.

No hacer fotos o video, salvo las personas que están autorizadas.

Por favor, apaguen los teléfonos celulares.

Por favor, apaguen los teléfonos celulares.

Por favor, apaguen los teléfonos celulares.





A mi madre, para mí todo y cada día más.

A mi padre, por su seriedad y su sonrisa.



En esta ciudad nací hace casi veintidós años. En esta ciudad mi madre me leyó los clásicos infantiles, y mi padre La Edad de Oro. Y también en esta ciudad vi por vez primera un espectáculo teatral. El recuerdo es, como diría Borges, ceniza vaga que se parece al sueño y al olvido. Sin embargo nadie puede negar que existe en mi memoria aquella tarde en el círculo infantil, cuando trajeron a todos los niños hasta el aula de tercer año de vida, porque vendría una titiritera. Irrumpió en la sala con un retablo y se hizo la maravilla que, quince años después no he podido olvidar. Una vieja radio casetera en la esquina del empobrecido pero limpio salón, dejó escuchar a Teresita Fernández y a María Elena Walsh. Esa tarde conocí a Margot Álvarez y ya nunca pude olvidarla. Creo que esa tarde fui dotado de algún raro poder, oscuro y luminoso. Un poder que años después me condujo a los brazos de María Elena Ríos y Guillermo Gálvez.

Mi madre, que siempre ha insistido en que sea actor, me llevó hasta El Mejunje, y conocí a un grupo de niños que jugaban al teatro. Nunca quise asumirlo como un juego, siempre quise ver allí una responsabilidad grande. Estaba muy influido por las palabras de mi padre, hombre de formación humilde y comunista, donde una pequeña tarea era como una gran proeza. Guiado por Mary y Guille tuve el ejercicio constante de la creatividad, el rigor y la confrontación con el público. Ese constante viajar de pueblo en pueblo, en ocasiones con dos funciones diarias, no marcó una estética teatral en mí, sin embargo me dio algo vital para el teatro. El oficio, la constancia de permanecer sobre el escenario en constante creación.

Turbios y empañados fueron los acontecimientos de mi entrada a la academia de teatro. Mi madre, una vez más arrojó luz sobre los hechos, y finalmente comencé a estudiar en la escuela. Lejos de valorar los disímiles acontecimientos, la escuela no fue más que un espacio dónde por decisión personal y colectiva, decidimos inventarnos un teatro que ya estaba inventado, aunque todo el tiempo nos negamos a creerlo. Nuestro primer rigor y alivio fue Zeneida Escudero, a quien debo más de una oportunidad. Rafael González, Juan Carlos Arencibia y Wilfre Rodríguez posibilitaron los espacios más parecidos a la libertad. En un momento complejo conocí a Joel Sáez, que inmediatamente se convirtió en mi segundo rigor y alivio. Finalizada la escuela, teníamos dos ejercicios, Los ciegos y Las tres hermanas, que para nosotros fueron pautas memorables. La posibilidad que me dio Joel y el apoyo del Estudio Teatral, afianzaron mis fuerzas y fortalecieron aquella extraña magia imposible de comprender. Huellas de mis ojos, junto a Elieter Navarro y Yadiari Morales, fue un ejercicio de graduación lleno de las mayores gratitudes.

Dorian, Heidi, Wendy y Ángel, fueron la importante compañía para permanecer un año más en la escuela de teatro. Fue una estancia compleja emocionalmente, pero estoy muy agradecido a Odelí Alonso por ese otro favor. Los desencantos y las inquietudes de ese curso quedaron expuestas en Patria y Vida, un ejercicio de crecimiento personal para los actores y para mí. Los versos que inspiraron todo el proceso quedan frescos en mi memoria: los gladiadores que abrazan el peligro mostraremos, que si está echada la suerte, entre la vida y la muerte. Patria y Vida. Venceremos.

Los intentos de crear un grupo habían sido disueltos una y otra vez por circunstancias ajenas a la voluntad de los participantes. Tuve que irme a La Habana, y estaba otra vez solo, en medio de un panorama teatral poco convincente y muy lejos de la sinceridad. Llevaba conmigo modestas armas que había conseguido en los talleres prácticos de la mayoría de las personas que antes he mencionado, y a las que se suman las aprendidas por el constante ejercicio de la observación a Roxana Pineda, y los encuentros con Julia Varley y Eugenio Barba, que la misma Roxana junto al Estudio Teatral me habían posibilitado. En el ISA tuve que seducir a los actores. Hablarles de un grupo de teatro donde todos son como una familia. Enamorarlos con la idea de la convivencia y la importancia de consagrarse al trabajo sincero.

Ahora he nombrado las cosas, como aconseja Eliseo Diego. Mi grupo, que como yo nació en esta ciudad, se llama La quinta rueda, porque además de todos los agradecimientos que hace al Estudio Teatral de Santa Clara, comparte a plenitud esa idea. Y no es sencillo ser la quinta rueda cuando hay una certeza total de que debería ser completamente al revés. Pero como diría Borges, algo que ciertamente no se nombra con la palabra azar rige estas cosas.

Estoy muy agradecido a quienes me acompañan bajo la sentencia de ser La quinta rueda. Lissette de León, que protagoniza emily, ha sido una hermosa compañera. Y definitivamente este espectáculo es para Ricardo Sarmiento por compartir tantas cosas.

Estas palabras no deben concluir antes que mencione el más reciente aliento que une a varios amigos con nobles y modestas intenciones, AbreLuz. Una red que conformamos Adriana, Darien, Verónica, Javier, Jose, Dorian, Ernesto, Aldo y yo. Ideas y hechos que van encaminados por las artes y letras. AbreLuz es nuestra respuesta al entorno que nos rodea, y ahora en sus primeros tiempos se estremece entre nosotros, pero ya no se contiene más, y abrirá su luz al mundo cuando sea el mejor momento para que el mundo lo vea.

Estimado público, si he referido todos estos recuerdos, no es para hablar de proezas. Todo esto no es más que para explicar y explicarme cómo las cosas han llegado hasta aquí. Es un poco de remembranza porque he venido a ser fiel a la promesa de estrenar aquí, mi primer espectáculo fuera de Santa Clara. Todas estas palabras están lejos de heroísmos, no es más que el simple cumplimiento de lo que reconozco como mi deber humano. Por encima de todas las miradas enrarecidas en La Habana cuando decidí estrenar la obra en mi ciudad, y como ejercicio personal de voluntad.

Estoy muy agradecido por su compañía, y espero disfruten la función.


Charles Wrapner





        Otras presentaciones:



A finales de marzo de 2015, La Quinta Rueda ofreció cinco funciones de emily en la Sala Osvaldo Dragún del Complejo Cultural Raquel Revuelta, en La Habana, durante el VI Festival de la Universidad de las Artes.





©  Ricardo Sarmiento




Los días 1ro y 2 de julio de 2015, en el marco del taller de verano "Escenarios creativos" del evento Traspasos Escénicos, La Quinta Rueda ofreció dos funciones de emily en el Teatro Miramar, La Habana. (Fotografía tomada durante un ensayo)




© Ricardo Sarmiento




En Jagüey Grande, Matanzas, los días 1ro y 2 de agosto, en las ruinas del antiguo cine General Antonio Maceo. (Imágenes de un ensayo general)


 
 

© Ricardo Sarmiento
 
Sobre emily:
 
 
"El espectáculo  es una mirada a Emily Dickinson, la poetisa estadounidense de la segunda mitad del siglo XIX. Ricardo Sarmiento, dramaturgo de la pieza, pretendió imbricar la poesía con destellos de la vida real de la escritora para conjugar un lenguaje que se regodea entre las cavernosas profundidades de las letras y la devastadora soledad de la Dickinson.
 
 La escena se despliega sobre su cuarto, todo ocurre dentro de los cimientos que delimitan el intranquilo equilibrio emocional de la poeta. Las paredes imaginarias cortan el camino que la actriz necesita para salir a soñar. Emily necesita encerrarse para que sus sueños crezcan; Charles necesita encerrarla para lograr un ambiente de contención que tribute a las características esenciales de esta mujer que amaba las letras. Por ello la obra transcurre como en un suspiro, como un batir de alas al decir del propio dramaturgo.
 
La obra es sencilla, pequeña, sin atributos ni artificios de escena. Es una reducida cápsula que se abre apenas, para que escapen “ingenuas” las feroces transparencias de la mente."

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